Sara Elizondo

Me llama la atención que el cinematógrafo haya puesto un énfasis especial en lo común de todos, en lo que es tan cotidiano que se opaca de tanto verlo, pero que al observarlo en una proyección ampliada la gente queda maravillada. Incluso quedan conmosionados y exaltados al ver que un tren se dirige hacia el público a gran velocidad, acto seguido varios espectadores se paran de sus asientos para evitar ser arrollados. Esto me suena lógico porque al filmar se está proyectando una perspectiva que no es la tuya, por lo que se mira y se observa a través de detalles externos; y me recuerda a lo que Aldous Huxley describía en Las puertas de la percepción que   bajo los efectos de la mescalina la percepción retiniana se vuelve más ancha y puede explorar la intensidad de la  existencia, así como quedar libre del mundo del Yo, y revelar la esencia y/o la fuerza de lo que está fuera de él.  También pienso que  filmar cosas comunes es natural pues, al igual que, cuando soñamos experimentamos imáge

Como breve comentario, me parece interesante que a la par de que se construyera el cinematógrafo se comenzara a volar gracias al invento del avión. De ahí que se relacionen los sueños o a la imaginación con los avances tecno-científicos. Y es que la ficción ha sido parte del proceso de todo nuestro desarrollo humano, en la lectura se hace una arqueología de la luz y la sombra desde los aparatos pre-cinematográficos;  pero también se podría rastrear desde el mismo cerebro humano, una máquina de futuro (como lo describe Volpi),  que intenta manipular el mundo resolviendo las mejores estrategias para la supervivencia y la comodidad humana, llámese pintar la caza de bestias gigantes en una cueva, como lo hicieron nuestros ancestros o generar imágenes mentales donde se intuyen las videollamadas, como lo hizo Bradbury. Ejemplos que ilustran ficción-tecnología y ciencia como un fenómeno que van de la mano.  Por eso es gratificante recordar que al estar frente a una película que narra sueños,

No puedo creer que haya pasado tanto tiempo sin conocer éste documental. Siento que tiene mucha relación con nuestra propia época y me desconcierta que tanta aceleración tecnológica y sobrepoblación se haya filmado en los años 80's.  Me parece que es un film muy plástico, en el sentido de que pone mucho énfasis en los colores, las formas, el ritmo, tamaños y perspectivas.  Me recuerda, en cierto sentido, al "Hombre de la Cámara" de Vertov por los usos de diferentes planos al hacer las grabaciones y también por el retrato cercano a la maquinaria y sus trabajadores.  Sólo que en "Koyaanisqatsi" vemos el cambio radical y a todo color de la producción en masa, que no da tiempo de descansar. Todo el tiempo hay un flujo constante de actividad humana en las calles; las luces se vuelven  cada ves más artificiales y pareciera que la sociedad está en un constante consumo de anfetaminas tecnológicas.  Es atractiva la manera en que va acelerando el ritmo del documental: en

El  fenaquistoscopio  fue el primer juguete óptico que permitía reproducir el movimiento de una imagen.  Se inventó simultáneamente en 1832 por el físico Joseph Plateau y por el matemático Simon von Stampfer.  El juguete está compuesto por un disco giratorio de cartón con una serie de ranuras quedistantes por donde se ven los dibujos aplicados al disco.  El espectador se puede situar delante de un espejo y colocar la cara del disco con las imágenes viendo al espejo, de esta manera al rotar el disco se verá el movimiento.   Las rendijas simulan la función de obturador de forma que la imagen retenida en el cerebro pueda unirse con las siguientes imágenes del disco y dar una sensación de movimiento. 

Aprovechando el deber quise narrar un vómito visual : Me gusta pensar en la idea de una invasión en forma de "plaga" como una manera de extinción de la especie humana. Esto es lo que salió.....